“Clave Warria” de Wenuan Escalona

Sabías que las ciudades son accidentes que no prevalecerán frente a los árboles

JORGE TEILLIER

Desde la llegada de la fotografía a territorio nacional, en tanto fenómeno técnico-científico, ha tenido diversas aplicaciones y usos. Las principales, exploraciones estéticas y artísticas, pero también otras relevantes más vinculadas a lo administrativo e ideológico: brazo derecho de la documentación de un territorio que - a finales del siglo XIX - aún en muchos aspectos culturales, demográficos y naturales, era desconocido.

En este sentido, la fotografía más temprana fue usada como soporte visual de un itinerario político, reproductora del discurso naciente del estado-nación chileno, que buscaba justificar – por un lado- las ventajas de la civilización emplazada en las urbes pujantes, y por otro, su accionar expansionista militar hacia el sur, aplastando lo que se consideraba como “la barbarie”.

Como consecuencia, las imágenes producidas sobre el mundo indígena latinoamericano, y mapuche en particular, no han escapado de esta lógica instrumental, utilitaria: afirmar y justificar políticas estatales, orientar o perfilar estereotipos sobre la opinión pública, favorecer investigaciones académicas cuyos resultados y beneficios no tienen un correlato en “los sujetos estudiados”, etc. Vale decir, de este conjunto de imágenes se genera un relato cultural cuyos autores, en la mayor parte de las veces, son ajenos a nuestro pueblo. Conceptos como indianismo, indigenismo y neo-indigenismo, aunque con distintos matices conceptuales, dan cuenta de esta manera de involucramiento con las primeras naciones.

El geógrafo brasileño Milton Santos acuñó un concepto llamado “áreas luminosas y áreas opacas” en relación a como en un territorio no muy extenso – tal como podrían ser las regiones en nuestro país – hay zonas más pequeñas que concentran una mayor riqueza y desarrollo en lo económico. Esto también se puede extrapolar a la producción cultural en todas sus dimensiones disciplinarias y temáticas, por cierto.

Entonces, en materia del quehacer fotográfico regional, nacional incluso, cabría preguntarse ¿cuántas iniciativas creativas que consideren una lectura contemporánea de las ciudades que habitamos han terminado en exhibiciones de galerías, fotolibros, conversatorios universitarios o escolares, que provengan de un autor mapuche?

Desde este punto de vista, urge ver al mapuche con ojo mapuche. Urge generar una representación visual actual del mundo que habitamos, con sus problemáticas, cotidianidad, certezas e incertidumbres, entregarla a los habitantes de nuestra región y que sea un aporte a la memoria colectiva del país, nacida desde el respeto como posibilidad creadora.

Que esta serie comience desde el Biobío, histórica frontera militar, geográfica y cultural, trasciende lo anecdótico y se instala como símbolo de esta compleja e imbricada relación entre las almas que en este territorio coexisten.

Poeta y fotógrafo mapuche. Becario fundación Pablo Neruda, expositor en la Segunda Bienal de Arte Indígena, ganador beca de creación literaria del Consejo Nacional de la Cultura y las Artes.

Ha publicado los libros de poesía “Romería” (2010), “El Mapa Roto” (2014) y "Preguntas Al Sur De Fantasía" (2021). Antologado en diversas publicaciones nacionales e internacionales, entre las que destacan: revista “Anales de la Universidad de Chile”; “Katatay”, Revista Crítica de literatura latinoamericana; “Cruces de Vida y Esperanza”, antología de poesía americana, México; Antología bilingüe de poesía contemporánea “El Fuego que Somos”, Editorial Abordo, Francia; Antología de Poesía Chilena, Mago Editores (2018), entre otros.

Diplomado en fotografía artística contemporánea por NODE Center, Berlín, y diplomado en fotografía artística por Zona Zero, México.

Ha sido artista educador del programa Acciona y del Programa de Formación de Artistas Educadores para la Diversidad Cultural UNESCO-BALMACEDA ARTE JOVEN.

Actualmente reside en Chiguayante.