Todo cuerpo, toda interioridad
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“Todo Cuerpo, Toda Interioridad” surge a partir de la constatación de un lenguaje común entre las manifestaciones del proceso de deterioro de la arquitectura y del envejecimiento del cuerpo. El cuerpo desnudo y envejecido habita los interiores desabrigados y ajados dando cuenta de una analogía simbólica que reconoce en ambos una superficie capaz de negarse a encarnar un destino estático y por el contrario, aceptar la huella del paso del tiempo. Toda piel envejecida es síntoma de un cuerpo vivo y toda superficie desgastada es prueba de que la vida está enlazada a la forma.
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